La
discapacidad no debe entenderse como un elemento propio únicamente
de la persona, debemos considerar la discapacidad como una expresión
de la interacción entre la persona y el entorno.
Se comienza a
entender la discapacidad como un estado de funcionamiento de la
persona, ya que esta característica no es permanente o inamovible y
puede variar significativamente en función de los apoyos que reciba
la persona.
Desde esta perspectiva interaccionista
se plantean tres elementos que se encuentran en estrecha relación.
Las posibilidades o habilidades de la persona, en relación a los
distintos entornos en los que participa habitualmente, las
posibilidades de participación funcional en estos entornos, y por la
adecuación del conjunto de apoyos y respuestas que las personas con
las que interaccionan (familiares, profesionales) les puedan
proporcionar.
Por ello, los apoyos son recursos y
estrategias destinadas a promover el desarrollo, la educación, los
intereses y el bienestar personal incrementando el funcionamiento
individual. Existen varios tipos de apoyo:
Apoyos naturales. Recursos y
estrategias facilitados por personas dentro de su propio ambiente y
que posibilitan resultados personales y de rendimiento deseado.
Apoyos de servicio. Son proporcionados
por personal de las instituciones de salud, educativa, de
rehabilitación o de desarrollo social, y organismos no
gubernamentales.
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